El panorama laboral para las mujeres en México ha experimentado notables avances en el último año, con cifras históricas de participación laboral y una reducción en la brecha salarial. Sin embargo, persisten desafíos significativos que requieren atención y reformas continuas para garantizar la igualdad de oportunidades.
Según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), más del 45% de las mujeres en México están empleadas, alcanzando el porcentaje más alto desde 2005. Este logro, impulsado por la recuperación de empleos perdidos durante la pandemia, señala un progreso en la incorporación de las mujeres al mercado laboral.
A pesar de este avance, las mujeres aún enfrentan obstáculos, incluyendo la brecha salarial persistente. En promedio, ganan 87 pesos por cada 100 que gana un hombre, según el Instituto Mexicano de Competitividad (Imco). Aunque esta cifra refleja una mejora respecto a años anteriores, destaca la necesidad de continuar trabajando en la igualdad salarial.
El informe señala que, hasta diciembre de 2022, las mujeres representaban el 40% de la fuerza laboral total. Un dato alentador es que el 100% de las mujeres que perdieron su empleo en abril de 2020 debido a la COVID-19 lograron recuperarlo, señalando una resiliencia significativa.
En cuanto a la brecha salarial, a pesar de persistir, ha experimentado mejoras. Según datos preliminares, en 2022 la brecha fue del -13.4%, en comparación con el -20.5% en 2005. Este progreso indica un cambio positivo, aunque la desigualdad salarial sigue siendo una preocupación.
Es crucial destacar que las mujeres no solo han recuperado los empleos perdidos, sino que han contribuido de manera sustancial a la fuerza laboral, representando el 40% de la misma. Esto sugiere una creciente importancia de las mujeres en la economía del país.
A pesar de estos avances, existe una serie de desafíos pendientes, y uno de los aspectos más críticos es la brecha salarial. Aunque se han realizado mejoras, la persistencia de esta inequidad subraya la necesidad urgente de medidas adicionales.
El proyecto de reforma en la Cámara de Diputados, que busca garantizar la igualdad salarial entre hombres y mujeres, representa una oportunidad clave para abordar esta cuestión. Establecer la obligación para las empleadoras de identificar e informar sobre acciones para eliminar diferencias injustas en las remuneraciones es un paso hacia adelante significativo.
Responsabilidades del hogar una jornada de trabajo no remunerada
A pesar de los avances en la reincorporación laboral de las mujeres después de la pandemia, el Instituto Mexicano de Competitividad (Imco) señala que el retorno ha sido más lento en comparación con los hombres, y las condiciones laborales han experimentado cambios significativos.
Uno de los principales obstáculos identificados es la carga desigual de las responsabilidades del hogar y del cuidado no remunerado. Según datos de la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo, el Imco revela que los hombres contribuyen con el 28% del tiempo necesario para estas labores, mientras que las mujeres, ya sea con empleo o sin él, aportan un significativo 73%. Esta disparidad subraya la persistencia de roles de género arraigados que limitan la plena participación de las mujeres en el ámbito laboral.
Las tareas del hogar y de cuidado, sin generar ingresos económicos, se posicionan como uno de los principales motivos detrás de la falta de búsqueda activa de empleo por parte de las mujeres. A pesar de la progresión en la igualdad de género en diversos aspectos, este desequilibrio en la distribución de responsabilidades domésticas sigue siendo un desafío clave que afecta la participación plena y equitativa de las mujeres en el mundo laboral.
La realidad laboral de las mujeres post-pandemia revela avances significativos, pero también desafíos persistentes. Mejorar las condiciones laborales y combatir las barreras asociadas a las responsabilidades del hogar son pasos cruciales para lograr una igualdad efectiva en el ámbito laboral y garantizar que las mujeres tengan la oportunidad de participar plenamente y de manera justa en la economía.
En conclusión, mientras celebramos los avances en la participación laboral de las mujeres en México, es fundamental reconocer que aún queda trabajo por hacer. La igualdad salarial y la eliminación de barreras persistentes son esenciales para construir un entorno laboral más equitativo y justo para todas las personas, independientemente de su género.