El edadismo, según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se manifiesta a través de formas de pensar (estereotipos), sentir (prejuicios) y actuar (discriminación) basadas en la edad, ya sea hacia los demás o hacia nosotros mismos. Este fenómeno no solo afecta la percepción individual, sino que tiene ramificaciones significativas a nivel de salud, solidaridad generacional y bienestar económico.

Según un informe reciente de las Naciones Unidas, se estima que la mitad de la población mundial tiene actitudes edadistas, contribuyendo a la disminución de la salud mental y física de las personas mayores, reduciendo su calidad de vida y generando costos sociales significativos. Este fenómeno no solo se traduce en perjuicios individuales, sino que tiene repercusiones económicas que afectan a la sociedad en su conjunto.

El informe destaca que el edadismo no solo se limita a la esfera individual; se filtra en diversas instituciones y sectores de la sociedad. Desde el ámbito de la atención sanitaria y social hasta el entorno laboral, los medios de comunicación y el sistema jurídico, el edadismo permea las estructuras sociales y afecta la toma de decisiones.

Las consecuencias del edadismo son palpables en la salud y el bienestar de la sociedad. Se ha asociado a una muerte prematura, a una salud física y mental más precaria, y a una recuperación más lenta de la discapacidad en la vejez. Además, el informe destaca que en el 85% de los 149 estudios revisados, la edad determinaba quién recibía procedimientos o tratamientos médicos, evidenciando cómo el edadismo se arraiga en las decisiones de salud.

La lucha contra el edadismo es esencial para construir una sociedad más inclusiva y justa. Se requiere un cambio en la percepción social, así como intervenciones a nivel institucional y gubernamental para combatir este fenómeno. Promover la conciencia sobre las consecuencias del edadismo y trabajar hacia la eliminación de estereotipos basados en la edad es clave para construir un futuro en el que la diversidad de edades sea valorada y respetada.

Para combatir el edadismo, las empresas pueden eliminar la práctica de contratar únicamente dentro de ciertos rangos de edad y recurrir a herramientas tecnológicas y prácticas de gestión de talento que faciliten la evaluación y selección basada en habilidades y experiencia, independientemente de la edad.